icoDcine, pese a todo, cine exprés

Hace unos meses esta publicación manifestaba en el primer número de su revista los inconvenientes y problemas que está generando la cultura del cine exprés en las cinematografías de algunos autores incipientes o con cierta trayectoria a sus espaldas. Se afirmaba que dicha cultura del cine exprés podía mermar la posibilidad de constituir proyectos más sólidos y maduros, y que en algunos casos ponía en riesgo las virtudes indiscutibles que presentan este tipo de eventos o certámenes. Sin duda, en este breve espacio de tiempo la situación no ha cambiado. La “redacción” de Alisios ha estado presente en algunas citas posteriores a la publicación de dicho artículo (Tiempo Sur, Gáldar Rueda y en la última semana, icoDcine), comprobando la escasa calidad de la mayoría de proyectos allí elaborados o el escaso e incluso nulo carácter cinematográfico de ciertas piezas.

Sin embargo, tal y como aclaramos entonces, estos eventos crean oportunidades magníficas para salir a la calle y “rodar, rodar y rodar”. La cultura del cine exprés debe de ir de la mano de la experimentación con el objeto audiovisual, debe constituir una primera oportunidad para acercarse a la creación cinematográfica y, sobre todo, estos eventos han de constituir la horizontalización de la creación audiovisual; festivales para el pueblo y hechos por el pueblo. La II edición de icoDcine Festival de Cine Low Cost parece relacionarse con esta idea de “rodar, rodar y rodar”, no obstante, entre los veinte cortos presentados no se descubren grandes riesgos o experimentaciones, y mucho menos películas con un valor cultural indiscutible.

Pese a todo, la gala de clausura del pasado 11 de noviembre dejó al descubierto el buen hacer de este pequeño festival que se abre camino ante la paupérrima oferta cultural que se sucede en el Norte de Tenerife (por suerte, en aumento en los últimos años). El Teatro de Icod de Los Vinos, antiguo Cine Fajardo fue el lugar de encuentro de esta cita de realizadores, vecinos y curiosos que disfrutaron de los veinte proyectos presentados; un espacio aún en reforma que, pese a sus limitaciones actuales que lastraron la calidad de la proyección –la pantalla presentaba unas dimensiones muy pequeñas, así como una calidad de imagen muy cuestionable que ofrecía una relación de brillo y contraste pobre-, promete ser un espacio acogedor y bien dotado. Sin duda, la organización del Festival mereció el aplauso de un público entregado gracias a la animación de Miguel González Hathiramani que tomó las riendas como presentador. En la misma línea afirmaba el cineasta Cándido Pérez de Armas que el personal del festival había tratado las piezas de los participantes con un cuidado y respeto envidiable; sin duda, esa seriedad se pudo sentir desde la posición de espectador, e invita a desear lo mejor a esta cita cultural de la localidad icodense.

Con respecto a los cortometrajes hay que decir que no hubo ninguna sorpresa positiva; todo lo contrario, las películas apenas presentaron atisbos de originalidad, estaban marcados en códigos, muchas veces, más cercanos a producciones audiovisuales de carácter no cinematográfico –me refiero a la falta de un texto narrativo claro que aproxima las piezas al sketch o al videoclip-, por no hablar de los claros déficits técnicos y formales. Muchos cortos se apoyaban sobre la voz y el texto de un narrador, dejando las imágenes como un mero acompañante en el relato. En otras tantas piezas la toma y/o el montaje de sonido producía efectos desagradables en los visionados; lo mismo se repetía en la imagen, la cual parecía sobreexponer los blancos en muchas ocasiones -aunque esto probablemente se deba a la escasa calidad de proyección que mermó la calidad de las cintas-. Es justo reconocer que tales errores se deben, en muchos casos, a la inexperiencia o a la falta de tiempo con el que se realizan las piezas, pero pese a ello no sería justo evaluar las cintas sin tener en cuenta este tipo de criterios, más conociendo casos de cortos exprés que han tenido incluso éxito en festivales nacionales e internacional de cine no exprés.

Aun así conviene destacar la apuesta formal de la cinta ganadora, Morfología dirigida por Marina González que, pese a su correcta puesta en escena, carece de un elemento de acción claro dentro de su narrativa. El cumpleaños de Héctor Quintana García juega con elementos formales de carácter tradicional capaces de congeniar fácilmente con el espectador medio; además su apuesta técnica era correcta, y aunque la narrativa carecía de originalidad y profundidad, su planteamiento, casi de cuento, resultó simpático. Por su parte, Quiero ser Kubrick, cortometraje elaborado por los alumnos del IES Saulo Torón y su profesor Ángel Suárez obtuvo el premio al “cortometraje más currado”, siendo su mayor mérito la manera metalingüística con la que se elaboró el tema de esta edición: “Rompiendo estereotipos de género”.

Así mismo, cabe destacar por su apartado técnico y artístico la propuesta de Borja Ibrahim, Major Tom –para quien escribe, el cortometraje más interesante en cuanto a narrativa audiovisual y acabado estético-, y Haunting Night de Christian Rivas, que aprovecha el blanco y negro de la imagen e introduce un giro en la trama final que pese a ser muy cuestionable hacen de la propuesta una cinta simpática de ver. Un punto y aparte merece Borja Ibrahim y su Vampiricod, una pieza que pese a todos sus problemas supo llevarse el afecto del público, el cual le otorgó su premio gracias al uso particular del humor costumbrista combinado con la introducción original de la fantasía vampírica.

Cabe apuntar que las piezas realizadas por Cándido Pérez de Armas y Rut Angielina G. Fuentes de forma paralela a la sección a concurso ordinaria resultaron interesantes por el apartado artístico de La chica pájaro de Pérez de Armas y su escuela, y la apuesta estética y el planteamiento narrativo de Angielina G. Fuentes que explota magníficamente el espacio de la costa icodense; protagonista absoluto de su corto Mute.

icoDcine ha demostrado ser un festival bien planteado en su ejecución; así lo defienden participantes, espectadores, y algunos miembros del jurado. El mal que acompaña a la fiebre del cine exprés se ha replicado en su segunda edición como en el resto de eventos de esta índole. Se echa en falta una mayor presencia de participantes locales, ante la “abundancia” de reconocidos aficionados de este tipo de eventos. Quizás, en el fondo, Cándido Pérez de Armas tuvo razón cuando sostuvo sobre el escenario que “hay una manera de hacer cine que es el cine exprés”; sin embargo, pese a todo, cuesta reconocer a muchas de estas propuestas como cine, pero indudablemente en muchos casos sí son “terapias para el artista” como añadía también el propio Cándido. De una forma u otra, esperamos la llegada de la tercera edición de este festival de cine low cost.

Fotos extraídas de la página de Facebook de icoDcine.