FICMEC protagoniza la apertura de la XIII edición de Cortos Orotava

El Auditorio Tebaldo Power de La Orotava volvió a vestirse con la luz, el sonido y la emoción que despierta el cine en su público. La primera jornada de proyecciones de la XIII edición del Festival de Cortos Villa de La Orotava estuvo protagonizada por la participación de FICMEC (Festival de Cine Medioambiental de Canarias) en la sección de Enlazados que desde el año pasado propone la construcción de sinergias y lazos de colaboración entre los festivales de cine que se desarrollan en el Archipiélago.

Luces tenues pero mágicas, el danzar del público sobre el hall coqueto, la gran pantalla blanca aguardando el espectáculo de imágenes… El primer contacto con esta edición del festival orotavense no pudo ser más cálida y cercana al espectador. Más allá de la calidad de los seis cortometrajes propuestos por FICMEC, el calor y el entusiasmo se manifestaba gracias al ambiente cultural de la cita o quizá por la ayuda del cóctel en el descanso protagonizado por Dorada y todas sus variedades de cervezas. Pese a no haber más de cincuenta espectadores, la presentación del acto magnificó la importancia de la cita recordándonos el valor que tiene llevar el mensaje en pro del medioambiente a las salas y a cualquier rincón del mundo posible. El hastag de FICMEC, #Desplazamientonatural simboliza ese movimiento de lucha verde a través del cine.

Los seis cortometrajes seleccionados entre los participantes de las dos últimas ediciones de FICMEC presentaban una relación directa con la temática medioambiental que se desarrolla en el festival comandado por David Baute en su último resurgir. La manta invisible rompió el hielo a través de un relato sencillo pero maduro formalmente que focalizaba su atención en la poca evolución del discurso social ante la anunciada tragedia medioambiental. Luces intermitentes jugaba en una realidad futurista a través de un diálogo entre dos personajes masculinos cuyo acento y dicción dificultaron el visionado, en parte, por culpa de la saturación del sonido en sala. Más allá de estos inconvenientes, la película imagina una situación poco deseable para el planeta en que vivimos. Por su parte, Basura, también en clave de ficción, jugó con el humor para hablar del reciclaje, a través de una historia imposible a la que no le sienta bien la exageración interpretativa.

Por último, Refugiados, Esperanza, y Aquí nadie muere fueron las propuestas documentales de la noche. Con un tono expositivo en todos los casos, más tradicional en los dos primeros, las películas se construyen como motores de denuncia sobre realidades distintas. En el caso de Refugiados se muestra la triste realidad en la que terminan distintos simios, sobre todo chimpancés, después de su abuso comercial o doméstico –destaca la presencia de la reconocida bióloga Jane Goodall-. En Esperanza la música ayuda a reforzar el texto que describe y apoya la acción realizada por Greenpeace como actor de activismo pacifista y necesario. Finalmente, más interesante estética y formalmente es Aquí nadie muere, un cortometraje que muestra la tragedia medioambiental y humana que se produce en una mina cualquiera de África. En todos los casos el espectador acaba siendo afligido, tal y como recogieron las conversaciones de los espectadores al salir de la sala.

El cortometraje, el cine por extensión y la cultura por ende, tienen el poder de concienciar. El entretenimiento puede ser, sin duda, una herramienta magnífica para construir mentes críticas y conciencias activas ante todo tipo de hechos y circunstancias de nuestra realidad. La XIII edición del Festival de Cortos Villa de La Orotava promete invitar al entretenimiento, y también a la concienciación; a la risa o el llanto, y también a la construcción de una visión distinta sobre nuestra realidad. Sin duda, Enlazados permite aumentar la visión poliédrica de este festival pensado para el público.