«Lo que no se ve», pero se siente

A Lamberto Guerra se le conoce principalmente por su labor como actor. Intérprete fetiche de Daniel León Lacave (ya sea en cortos como El Último Plano o Nadie o en largometrajes como Crónicas del Desencanto) y ha explotado su vena cómica en televisión con La Revoltosa, En Clave de Ja o Viva la Fiesta. En teatro ha construido también sus tablas, siendo una de sus experiencias más recientes y fructíferas la adaptación de La Ratonera bajo la dirección de Israel Reyes. Menos conocida y prolífica ha sido su labor tras la cámara, aunque tampoco está exenta de satisfacciones. En este sentido, sus principales experiencias como director han estado integradas dentro del marco de festivales de creación o cine exprés.

Con Odio los Martes (co-dirigido con Iván López en el Festivalito 2010) y Nice Song (rodado en La Laguna Plató de Cine en 2015), Guerra explotaba diferentes aspectos. Ambas le tenían a él como protagonista, guionista y se adherían al formato del musical, presentando así como actor otra vertiente artística, la de cantante en la tradición del crooner estadounidense. Ambos títulos, aunque integrados dentro del género de comedia, ofrecían una visión desencantada y cínica de la realidad, marcada por la crisis, jugando con la dicotomía entre una vida gris y rutinaria con el fastuoso mundo representado por los musicales clásicos de Hollywood. El uso del humor como herramienta para la denuncia social daba a estos trabajos un formato más ligero, pero no por ello un contenido menos contundente.

En la pasada edición de El Festivalito, siguiendo su tradición, Lamberto Guerra volvió a elaborar un nuevo guion, con esos ingredientes emocionales, humorísticos y cargados de mensaje social, pero en esta ocasión no pensados como vehículo personal, sino dirigido a un conjunto de actrices extraordinario. Lorenza Machín, Sofía Privitera, Alba Tonini y Tara Machín (con breve aparición de Paloma Albadalejo) interpretan cuatro generaciones de mujeres que abordan un momento de crisis familiar desde visiones diferentes, aunque sólo dos de ellas sepan el motivo del cisma. Esta discrepancia refleja a su vez un debate establecido en la sociedad, una discusión que el cineasta plantea de manera emocional y razonada, rompiendo con clichés y prejuicios.

Rodaje de «Lo que no se ve» (Lamberto Guerra, 2017) durante El Festivalito La Palma

El guion es sencillo y cercano, jugando con el suspense, pero al mismo tiempo, restando gravedad al enfrentamiento en favor de un sentido de amor familiar y visualizando una realidad cotidiana y lamentablemente aún mantenida hoy en día. Lo que no se ve es una cinta sobre la libertad, la valentía y los lazos familiares, interpretada con una gran naturalidad y humanidad por el conjunto de actrices. La puesta en escena de Guerra busca ser invisible, acompañar a los personajes y darles todo el protagonismo, aprovechando también la belleza de la luz de La Palma. Lástima que, por las premuras propias del formato de Cine Exprés, se haya colado algún error de ejecución (algún desenfoque puntual, algún encuadre que se rompe por la improvisación); sin embargo, curiosamente, algunos de estos problemas, en lugar de restar, acaban integrándose en la propia narrativa y sumando al contexto emocional de la historia. Al igual que la propia película, la vida no es perfecta, pero la mirada se basa en el amor, los defectos son menos. Mención aparte merece también la suave y deliciosa composición musical de Jonay Armas, en este caso no creada expresamente para este corto, pero que se adapta a la perfección al conjunto.

Lo que no se ve demuestra que la personalidad artística de Lamberto Guerra es tan fuerte detrás de la cámara como delante y, más allá de lo conseguido con sus anteriores cortometrajes como director, nos permite ver a un cineasta con una interesante trayectoria por delante, que esperemos se siga desarrollando con la misma honestidad que demuestra aquí. 

“Lo que no se ve” ganó el premio de mejor actriz para Lorenza Machín en el Festivalito, desde entonces ha recogido también una mención especial en el Hendaia Film Festival y fue galardonado como mejor cortometraje en La Victoria en Corto. El cortometraje se podrá ver este miércoles 9 de mayo, a partir de las 20h. en TEA Tenerife Espacio de las Artes, junto con los trabajos “Smoking Break” de Iván López y “Como agua sucia” de Daniel León Lacave. También el lunes 14 de mayo a las 18.30, en CICCA, estará integrado del ciclo organizado por las Asociación de Cine Vértigo donde recogen un primer grupo de cortometrajes (junto con “Sub Terrae” de Nayra Sanz, “Carta a Herzog” de Xurxo Chirro, “Quimera” de Cándido Pérez de Armas, “El viaje del Libro” de Dani Millán o “El becerro pintado” de David Pantaléon) seleccionados por Alisios como representación de lo mejor de la producción del año 2017.