Fimucité 13 regala emoción

Viernes 20 de septiembre de 2019. 20:37 horas de la noche. En el asiento seis de la octava fila del patio de butacas del Teatro Leal de La Laguna, una persona expira su asombro al escuchar las primeras notas del tema principal de Cinema Paradiso. Le acompañan varias decenas, quizá incluso un centenar, de expiraciones más. La música continúa. El asombro cobra vida y se extiende desde el oído al corazón de los asistentes. Tocan Simone Pedroni al piano y Sara Andon a la flauta un repertorio de las más emblemáticas partituras del genio de la música Ennio Morricone.

Sábado 21 de septiembre de 2019. 19:54 horas de tarde. Al fondo del patio de butacas del Teatro Guimerá de Santa Cruz de Tenerife, un hombre de mediana edad regala al escenario una sonrisa que no cabe en su cara. De pie, junto al resto de sonrisas que llenan la sala, intenta bailar en el espacio entre butacas My Sharona, tema compuesto por The Knac y que forma parte de la banda sonora de Reality Bites. La Pop Culture Band regresa al escenario de la capital chicharrera un año más con el objetivo claro de hacer bailar al público con su nuevo espectáculo titulado Let’s dance.

Ya sea la delicadeza de la partitura de Morricone para La Misión, o el ritmo desenfadado de algunos títulos de los ochenta, los noventa y los dos mil, la trece edición de Fimucité (Festival Internacional de Cine de Tenerife) ha reglado variedad y un repertorio musical exquisito al público que ha acudido a su primer fin de semana de programación. Los años de experiencia ya suman dosis de excelencia, de espectáculos cada vez más milimetrados, confeccionados con la receta mágica de la felicidad. La felicidad con la que se queda cada uno de los asistentes durante y tras cada función de Fimucité.

El mejor festival de música de cine del mundo, como reza constantemente su director Diego Navarro, extiende, desde hace varias ediciones, sus propuestas por varios espacios y agrupaciones y repertorios musicales. Si bien la variedad de sus temáticas centrales no se ha dado especialmente -uno tiene la sensación que se recurre con demasiada insistencia al cine fantástico, de ciencia ficción y de terror, y en especial a títulos comprendidos entre la década de 1970 y los 2000- Fimucité ha demostrado que en su planteamiento caben propuestas intimistas como el, ya inolvidable, concierto homenaje al genio Ennio Morricone; funciones “moviditas” como este Let’s dance diseñado especialmente para el baile, y propuestas más clásicas y orquestales como lo que nos depara el próximo fin de semana junto a la Orquesta Sinfónica de Tenerife en el Auditorio de la capital.

Cinema Morricone – Sara Andon & Simone Pedroni. Teatro Leal © Aarón S. Ramos/Fimucité

No importa lo que haga Fimucité, por lo general es inevitable disfrutar del espectáculo, pero en esta ocasión, su arranque ha tenido el gusto del mejor primer plato de una estrella Michelín. Partituras de Días del cielo, La Misión, Érase una vez América, o Los Intocables de Elliot Ness desfilaron magistralmente por las teclas que acariciaba sofisticadamente el pianista italiano Simone Pedroni, junto a la flauta de la, ya repetidora en el Festival, Sara Andon, a quien en ocasiones se escuchaba por debajo de las teclas. Un repertorio a gusto de cualquier cinéfilo y, sin duda, de todo melómano.

Por su parte, la Pop Culture Band, dirigida por el guitarrista Gonzalo de Araoz Vigil, dio vida a temas tan emblemáticos como Everybody Needs Somebody To Love (The Blues Brothers), Town Called Malice (The Jam) o Town Called Malice (The Jam) con la imprescindible ayuda de los vocalistas Héctor Quintero, Patricio González, Zuleyma Medina y Patty Baker. Sin embargo, el Let’s dance tuvo como uno de los grandes protagonistas de la noche al compositor Vince DiCola, quien sobre los teclados interpretó su Far From Over; recuerdo insoluble.

Fimucité 13 ha arrancado de la mejor de las maneras, emocionando, regalando cultura, glorificando la música de cine y al cine en sí mismo. Las sonrisas, los suspiros de asombros, los ojos empañados en aquella canción tan importante, o los saltos entre las butacas al escuchar aquella famosa melodía son el mejor regalo que puede dejar, no este, sino cualquier festival destino a ser más grande aún de lo que ya es este evento, esperemos inmortal, del compositor tinerfeño Diego Navarro, pero sobre todo de la sociedad tinerfeña, que desde hace trece años lo abraza con fuerza.