[22FICLPGC] Jornada 3. Últimos frames de la Canarias Cinema

Fotograma de "Matar cangrejos" (Omar Razzak, 2023)

Cuentan que ayer, cuando el cine se rodaba siempre en celuloide, los productores se comían las uñas al escuchar caer el dinero de sus bolsillos al ritmo de la película que corría por las cámaras. De aquello no hace tanto tiempo, y en cierto modo, cuando uno visualiza las décadas que ha ido esculpiendo en su vida, se da cuenta de lo efímero que en realidad somos. Antes de ayer, en 1926, José González Rivero y Romualdo García de Paredes, estrenaron la que se conoce como la primera película largometraje de la historia del cine canario, “El Ladrón de los Guantes Blancos”, producida por la Film Rivero Canarias. Aquella película policiaca transformó la ciudad de La Laguna y otros enclaves de Tenerife en Reino Unido para ubicar ahí su relato. Sin duda, aquel nacimiento del cine en Canarias podría haber sido el comienzo de una historia muy distinta a la que acabó siendo, un inicio prometedor que, como otros muchos inicios en las Islas, estuvo marcado por el esfuerzo de un “pionero solitario”, como lo describe el historiador Roman Gubern en el prólogo de “Ciudadano Rivero. La Rivero Film y el cine mudo en Canarias” (Fernando Gabriel Martín y Benito Fernández Arozena, Ayuntamiento de San Cristóbal de La Laguna, 1997).

No hace mucho de todo aquello. El tiempo fluye rápido. Y si casi cien años son un suspiro, los tres días que viví en el 22º Festival Internacional de Cine de Las Palmas de Gran Canaria se desvanecieron sin oportunidad de contabilizar ni las horas ni los segundos. Aquel domingo 16 de abril el día amaneció soleado. La playa de Las Canteras bailaba con los cientos de bañistas que abrazaban sus olas rizadas, y en la sala 9 de los Cinesa El Muelle, un pequeño grupo de personas nos dispusimos a madrugar para descubrir el renacer de aquella inauguración del cine canario en el 26 con El Sueño del Ladrón” (Eduardo Díaz, 2023), un montaje nuevo de la película de Rivero y Paredes que, sin tocar realmente su historia, ofrece una visión más dinámica y atractiva para el público mayoritario de hoy. Ciertamente, para quienes conocemos la película original, y disfrutamos de la historia que propone Dailo Barco en “Archipiélago fantasma” (2017) a partir de las imágenes de “El Ladrón de los Guantes Blancos”, la película de Eduardo Díaz carece de interés. Pese a proponer un montaje en paralelo a tres y dos pantallas en simultáneo, incorporar una banda sonora a golpe de rock, y masticar la historia con intertítulos modernos y una narración bien elaborada, la película no ofrece nada nuevo, y así, para el purista, será la cinta original la que tenga valor, y para el curioso, quizá con la propuesta de Díaz llegue a conocer el origen de nuestro cine local.

Fotograma de "El Sueño del Ladrón" (Eduardo Díaz, 2023)
Fotograma de «El Sueño del Ladrón» (Eduardo Díaz, 2023)

Por su parte, el cineasta Omar Al Abdul Razzak proyectó a continuación su largometraje Matar cangrejos” (2023). La película, que finalmente se alzó con el premio Richard Leacock a Mejor Largometraje Canario en la presente edición, llegaba al festival grancanario tras alzarse con la Biznaga de Plata a Mejor Película y Mejor Actriz Protagonista para Paula Campos en el pasado Festival de Málaga dentro de la sección Zonazine. Sin duda, la cinta presenta los ingredientes necesarios para haber cautivado al jurado de ambos festivales, a sus públicos, y esperemos que a las salas en su próximo estreno el 26 de mayo. Para quien escribe estas líneas, la decisión del jurado del Canarias Cinema no pudo ser más acertada en esta ocasión, dado que la propuesta de Razzak, junto a la de Octavio Guerra, “Yo tenía una vida” (2023), que recibió una mención especial, fueron las más destacadas de esta edición.

“Matar cangrejos” según ha afirmado el director en alguna entrevista, comenzó a escribirse hace dos décadas, cuando Razzak tenía 19 años. Sin embargo, resulta llamativo comprobar lo bien que encaja su historia, el enfoque y el tono que se le ha dado con una serie de obras que han comenzado a explorar la infancia y la adolescencia en la década de 1990, y más concretamente desde espacios alejados de la comodidad de una clase media urbana. Así, a la ópera prima de Carla Simón, “Verano 1993” (2017), al fenómeno literario de Andrea Abreu “Panza de burro” (Editorial Barrett, 2020), o a la mirada nostálgica de Aida González Rossi en su primera novela “Leche condensada” (Caballo de Troya, 2023) se le puede sumar esta nueva joya del cine canario. No quiero afirmar, de momento, que exista una preocupación compartida por ciertos artistas en reflexionar sobre ese pasado común generacionalmente, pero sí llama la atención los paralelismos que se pueden acusar ante una sensibilidad compartida. Se me ocurre que, aquellos niños y adolescentes de los mil novecientos noventa y…, que han (hemos) sufrido el asesinato del futuro próspero que nos prometieron, que compartimos una visión feminista del mundo, que observamos y sentimos con atención la realidad social de nuestro territorio, estamos descubriendo en nuestros primeros años, en los momentos previos a la pérdida de la virginidad social, aquello que da forma a nuestro presente.

«Matar cangrejos» es un hallazgo de lo que fuimos y seguimos siendo en estas mal llamadas Islas Afortunadas

Como fuera, “Matar cangrejos” es una película de temática social que nos lleva al verano de 1993, cuando la isla de Tenerife se prepara para recibir a Michael Jackson. En Bocacangrejo, dos niños, Rayco (8 años) y Paula (14 años), sobreviven a una realidad muy distinta a la del paraíso que disfrutan los turistas a los que recibe su madre en el zoo Papagayos Park. Un embarazo no deseado, unos niños que se educan solos en las calles y la costa tinerfeña, y la visión de una sociedad insular aún aislada en su propia conciencia de la realidad -los personajes no han visto nunca a una persona negra, rechazan a “los godos” y no comparten casi su mundo con el extranjero- hacen de la película un hallazgo de lo que fuimos y seguimos siendo en estas mal llamadas Islas Afortunadas. Razzak se preocupa de dirigir su mirada, sin una acusación explícitamente incómoda, hacia un costumbrismo folclórico rancio, hacia la pobreza social, hacia la relación con el paisaje y su cuidado, hacia la propia cárcel que puede significar el espacio insular como escenario de un inmovilismo social… Esa Tenerife de 1993, se dibuja hoy como algo distinta a la de entonces, pero, sin embargo, treinta años más tarde se figura ciertamente bastante parecida.

Fotograma de "Matar cangrejos" (Omar Razzak, 2023)
Fotograma de «Matar cangrejos» (Omar Razzak, 2023)

Maravillado por las interpretaciones del trío protagonista del filme, por su notable apartado técnico, por el buen hacer en el guion, y la felicidad de encontrarme con una película que generacionalmente me toca y me acompaña, salí de aquella sala que habité a lo largo de las doce propuestas que han conformado toda la selección de la Canarias Cinema de este 22FICLPGC. Sin duda, títulos como las películas de Razzak o de Guerra, o cortometrajes como “Circe” (María Abenia, 2022), “El padre bueno” (Jorge Cañada Escorihuela, 2022) y “Shirampari: Herencia del río” (Lucía Flórez, 2022) -estos dos últimos cortometrajes de comprometido capital cultural canario- han ofrecido una variedad interesante de miradas, en ocasiones tocadas por la influencia de la salitre y la lava de nuestro territorio, y en otras por la grandiosidad del mundo que recogen. Ahora quedará esperar a que el patrimonio cinematográfico de Canarias siga creciendo con propuestas que llaman la atención, como la próxima película de Iván López (sobre el asesinato de Javier Fernández Quesada en 1977) y “La Hojarasca” de Macu Machín que volvió a llevarse el premio del MECAS de este año. Ojalá que pueda ser en las salas comerciales, culturales y de los Festivales, como el FICLPGC, que enriquecen a este territorio.