[Entrevista] El “alma canaria” en “La Tribu de las 7 Islas”

En medio de la vorágine consumista del Black Friday, en un pequeño patio canario del centro de La Laguna, la fiebre capitalista traída desde Estados Unidos resultó ajena al encuentro que dispuse con Abián de la Cruz, Sigrid Ojel, Sulay Curbelo, y Armando Ravelo, con motivo del reciente estreno de “La Tribu de las 7 Islas”. Sobre el fantástico debut en el largometraje de Ravelo ya hablamos hace unas semanas en una crítica donde destacábamos su capacidad de comunicación con el público generalista, especialmente con la cuota más infantil de la pantalla.

Con un cielo de nubes amenazantes, y unos cafés y tés sobre la mesa, comenzamos a hablar sobre la experiencia de estos primeros días en pantalla. “Ahora que la vemos en pantalla es pura emoción; es todo nuevo, verte ahí, ver que llega el público, que en la mayoría de los casos gusta y llega a la gente… te hace sentir bien, especial, que lo que has hecho vale la pena”, afirma Sulay Curbelo, que encarna al personaje de Temidira en la película. Para ella y su compañera Sigrid Ojel (Hiurma en la pantalla), resultó un reto profesional enfrentarse a la cámara de cine. “Para mí ha sido un aprendizaje, en todos los sentidos; tanto como actriz como persona. Por un lado, poder hacer un trabajo en cine, donde nunca había tenido la oportunidad, porque siempre había hecho teatro. Y luego, sobre todo, a la hora de formarme en el mundo indígena, del que no conocía nada. La Tribu ha sido un aprendizaje, lo que te quedas de todos los proyectos en los que trabajas; uno más del que te nutres, y que al final, cuando sigan saliendo más trabajos, esa experiencia estará ahí. Ha sido muy gratificante” asegura Ojel.

Cada trabajo, cada película, supone una experiencia, un aprendizaje, como señala Sigrid Ojel. “La Tribu de las 7 Islas” ha significado para Armando Ravelo nuevos descubrimientos para/con su cine: “Yo destacaría especialmente dos cosas que he aprendido. Una es que da igual que sea tu primera, tu quinta, tu sexta película. Se le ha dado mucha importancia a eso de «tu primera película» en el largometraje, y lo importante es seguir haciéndolas, y seguir construyendo una carrera, y eso me lleva a la segunda cosa que aprendí. Que la primera película que haya hecho sea infantil me sorprende a mí mismo. Siempre pensé empezar con una película épica, histórica… de las que a mí me gustan ver hoy en día. Pero últimamente pienso mucho que he empezado con una película que me hubiera gustado ver hace 30 años. Esto me lleva a otra reflexión, que es que a veces vemos el género infantil, lo familiar, con desdén, y lo consideramos un subgénero, un género inferior, y quizá no se me ocurra otro género más importante que éste. Estamos construyendo obras, productos de consumo cultural y de ocio para las personas del futuro. Es una responsabilidad muy grande. A medida que fui construyendo la Tribu me fui dando cuenta de eso. Ahora que la estreno y veo a las niñas queriendo ponerse las trenzas de las protagonistas, o a los niños queriendo ser esos guerreros, y vivir esas aventuras mientras conocen su tierra y aprenden valores al mismo tiempo… es el género más bonito en realidad. Y eso es lo que me enorgullece de esta película, que creo que hemos acertado con el género, para empezar.”

¿El proyecto tuvo esa finalidad didáctica desde un principio?

Armando – En realidad, como el arte es mostrar, es compartir, en este caso con los niños se comparte conocimiento, porque evidentemente ellos son tiernitos, y tenemos que enseñarles cosas. Al final yo creo que los artistas siempre enseñan cosas, siempre muestran algo. Solamente haciendo algo, ya muestras algo de ti, y por lo tanto estás enseñando. Otra cosa es que la persona lo reciba o no. Pero siempre estamos mostrándonos. Y sí, desde el principio estuvo esa conciencia de responsabilidad, de que estamos haciendo algo para el sector más importante, que son los niños.

Rodaje de «La Tribu de las 7 Islas»

Siete héroes protagonizan esta divertida y emocionante aventura que se desarrolla en una imaginada Isla de San Borondón. Procedente cada uno de ellos de una de las islas que conforman el Archipiélago Canario, Ravelo los dotó con rasgos insularistas que juegan, la mayor de las veces, en el código de humor. Sin embargo, la vida les fue dada por sus intérpretes. Abián de la Cruz se mete en la piel de Miguan, un adivino de La Gomera que es capaz de hablar con el espíritu de su abuelo. “En mi caso particular, Miguan, aunque suene muy rimbombante, ha sido como mi Monte Everest. Ese personaje llegó a mí hace unos años y yo no sabía por dónde pillarlo. Al final, Armando dio con el clavo en más de una cosa que gracias a él ahí está. Independientemente del contexto, que en este caso es muy lejano en el tiempo (aunque tampoco tanto)  estos personajes no dejan de ser personas. Son personas con sus miedos, sus alegrías, sus tristezas, y yo creo que si primero construyes eso con una forma creíble, luego viene todo lo demás. Una persona primero es persona, y luego es lo que le viene dado por la vida, que en mi caso es que es adivino, es místico, y que tiene bastante mala leche. Armando trabajó mucho y se preocupó de que los actores supieran entender a los personajes, lo que les pasaba. Si tienes eso de base, el resto irá solo; irás mucho más encaminado, y en mi caso así fue como lo viví”.

En el caso de Sigrid Ojel, le ayudó conocer a su personaje y hacerle hablar antes de tener el guión. “Con las cuatro pinceladas que me dio Armando sobre el personaje, yo ya lo entendí. Mi personaje habló antes de tener el guión, y cuando ya me llegó, todo fue más fácil porque ya lo entendía. No me basé tanto en el contexto histórico en el que se basa la pieza, sino profundicé más en las emociones, en qué le pasaba a los personajes, y qué le pasaba a ella frente a los demás y frente al mundo. Con Armando trabajamos mucho con ejercicios antes de tener el guion, y eso me ayudó mucho a entender a mi personaje antes de tenerlo. Ya lo tenía interiorizado, y sabía lo que le iba a ocurrir durante la obra.”

Sulay Curbelo añade con acierto…“Algo que me parece importante, a parte de esas individualidades dentro de la Tribu, era crear la tribu como personaje también. Esas interrelaciones entre nosotros, esa energía entre nosotros… era fundamental para que luego funcionara.” Abián asienta con la cabeza y Ojel resalta que “Armando se curró mucho que nosotros fuéramos una tribu como actores y compañeros, y que de esa forma luego apareciera la Tribu. Eso hizo que luego los personajes se relacionaran casi como lo hacíamos nosotros, de una manera más orgánica”.

Rodaje de «La Tribu de las 7 Islas»

El sentimiento de tribu, de hermandad, no solo se vive en la película, sino que se siente, con mayor fuerza si cabe, en este pequeño encuentro, aislados del mundo. Las miradas, los gestos, las caricias, y las interrupciones, nacen de una relación de respeto y afinidad que se encuentra como trasfondo en la película. Más allá de la caracterización de cada personaje con su isla de procedencia, lejos del pique y la distancia que impone el Atlántico, Armando construye un mensaje de unidad. ¿Fue pretendida esa caracterización insularista en los personajes?

Armando – Sí. Dentro de las capas que intento meter está esa: intentar reflejar las Islas. Hay una discusión al principio en el que Hiurma (el personaje de La Palma) interrumpe y dice «quién ha dicho que ustedes tienen que liderar algo ». A veces se enzarzan entre Tenerife y Gran Canaria y se olvidan de que hay otras cinco. Al final, es una metáfora acerca de las propias Islas, que son un único pueblo, una sola tribu, que tienen sus diferencias (que no son tantas, y que son muchísimas), y que al final hay muchas más cosas que nos unen que las que nos separan. Nos han inoculado tanto el virus del insularismo, de «mi isla es la mejor y la de enfrente es horrible» que lo tenemos grabado en nuestro ADN desde hace mucho tiempo, y es una lástima. Es la época de unirnos. Ahora estamos en Tenerife y me siento en mi tierra, como en Fuerteventura o Lanzarote; son mi tierra.

¿La Tribu crea rasgos culturales propios o hereda otros que ya existían?

Armando – Yo creo que es heredera de un sentimiento mundial, pese a lo que la gente pueda pensar. Es un movimiento contra la globalización feroz. El movimiento de resistencia cultural, que es que en Islandia se genere industria para que, cuando yo vea una película, vea cómo es Islandia y su mirada, y me la enseñe. De la misma forma, yo puedo enseñar la mirada canaria, y Kurosawa enseñó la mirada japonesa, y así todos los países aportan al jardín que al final es el mundo. Si tú ves un jardín que está formado solo por margaritas, es anodino, te aburres y te vas. Si ves un jardín frondoso en el que hay rosas, amapolas… te quieres quedar y no te quieres ir nunca, y ese es el mundo que debemos crear, un mundo en el que Canarias también tenga su voz y su sitio. Pese a que seamos pequeñas, precisamente eso es lo que más nos hace especial, que somos únicos.

¿Es una película canaria, o que habla de algo relacionado con Canarias?

Armando – Yo creo que tiene alma canaria, en todos los sentidos, como proyecto industrial y económico, y como proyecto artístico, porque yo he querido fijar los cimientos de su espíritu en Canarias. Está pensada, no solo para Canarias. Se ha proyectado aquí porque al principio es dónde va a generar interés, pero la película es lo que queremos mostrar desde Canarias al mundo.

La cultura canaria se ve representada a través de varios elementos de la película; sin embargo, resulta evidente, por la propia temática del filme, la inclusión de varios elementos y referencias a la mitología y la cultura aborigen de las Islas. Desde la onomástica de los personajes y las Islas, hasta la inclusión de personajes como Guayota, un ser maligno, como el demonio, que vive en el Teide y es capaz de despertar a los volcanes. Un universo cultural que resulta desconocido para el ciudadano canario, y también para los intérpretes del largometraje, que descubrieron una cultura de lo canario escondida por la historia. “En mi caso, el 90% del conocimiento sobre esta cultura ha sido adquirido a raíz de la película. En el proceso de trabajo, previo al rodaje de la película, uno de los momentos claves e importantes desde mi punto de vista fueron las sesiones donde Armando nos contaba y relataba la mitología de nuestra tierra, diferentes crónicas… todo para ponerte al día con respecto a aquello. Entonces no tenía el conocimiento que tengo ahora. En el colegio no te enseñan todo esto, y si uno no va con voluntad propia a buscarlo, no llega. A raíz de la película, ahora se me ha abierto un mundo en relación con nuestra cultura”, señala Sulay Curbelo.

Sigrid Ojel destaca el contacto directo con los resquicios de esa cultura aborigen. “También, a parte de todo lo que Armando nos enseñó, y de todo lo que cada uno de manera individual investigó y nos llevó a documentarnos, era muy interesante ir con Armando a localizaciones, aunque no fueran las del rodaje, porque nos situaban en el lugar donde estaban los personajes que ibas a interpretar. Yo nunca había ido a localizaciones indígenas, y cuando fui me quedé fascinada por esa energía, por las cosas que te cuenta Armando de ese lugar. No es lo mismo que te cuente una leyenda en una sala de ensayo, que visitando una cueva. Entonces, ahí puedes entender muchas cosas de tus personajes, porque lo tienes ahí, lo estás viendo y lo estás sintiendo”.

Abián de la Cruz apunta al sistema educativo como uno de los culpables. “En mi caso podría añadir más de los mismo. No obstante, en la educación canaria es muy triste cómo se ha dejado atrás esas cosas. Siempre se pone el mismo ejemplo: «me tengo que aprender todos los ríos de la península, pero no me sé los barrancos de mi propia isla». En cuanto comencé a trabajar con Armando, empezó a contarme cosas que creo que deberían ser de conocimiento más popular. Ocurrió una cosa muy curiosa en uno de los pases. Una madre fue a felicitarnos y dijo, refiriéndose a su hija, «y ella no quería entrar; ella decía que cosas de canarios, no» y ella era canaria; es triste. Pero al mismo tiempo, si conseguimos con esta película que esa idea se cambie, al menos como un germen, y que luego se vaya extendiendo, pues ya es un premio enorme.”

Podemos dar por sentado que existe un desconocimiento compartido. ¿Qué agentes, además del sistema educativo, pueden señalarse como culpables?

Sigrid – Lo social. Nosotros mismos queremos «no ser». Lo más importante es lo otro, lo de fuera. También a nivel político, ellos se han encargado de cargarse toda nuestra cultura y demás, y luego ya a nivel social… Entre nosotros hemos comentado que a veces nos dicen «ah, que estás haciendo una película de guanches». La gente no la ha visto y ya tiene prejuicios sobre el tema. Somos nosotros quienes ponemos esos prejuicios.

Sin duda, la película está ayudando a plantar ese “germen” del que hablaba Abián más arriba. Las reacciones del público en estas primeras sesiones están siendo positivas, y repletas de imágenes y anécdotas sorprendentes, según cuenta ellos mismos. “Lo más bonito, creo yo, es cuando los niños te miran con cara de asombro, como  diciendo «te acabo de ver en la pantalla»; para ellos es muy surrealista. Y después los ves cómo van diciendo «yo soy el guerrero, yo soy la jefa» (imita la voz de un niño) eso creo que es lo más bonito. Sin quererlo, se les queda ahí” afirma Abián de la Cruz. Por su parte, Sulay Curbelo destaca la reacción de los padres: “Me sorprendió la buena acogida de los dos pases a los que he acudido. La reacción de los niños fue buena, y también la de sus padres. Es importante comprobar que ellos también salen contentos al ver a sus hijos disfrutando de una película; sobre todo en el caso de algunos padres que esperaban que no les gustara, porque a priori les parecía un rollo eso de ver una película de aborígenes canarios, y luego, para su sorpresa, salieron encantados. Creo que por ahora la acogida ha sido buena”.

Sigrid Ojel, en cambio, no ha tenido todavía la oportunidad de acudir a una sesión con público, pero valora, desde la lucha por la igualdad de género y la libertad del individuo, lo que puede estar generando “La Tribu de las 7 Islas”. “Me gustaría que los niños quisieran ser los personajes, no solo por su físico, sino también lo que significa ser esos personajes; de tal modo que hubiera esa reflexión de por qué se quiere ser Temidira. No porque Temidira tenga trenza, sino porque es una líder, es una noble, es valiente… Pienso que el papel de la mujer en esta pieza se ve muy reflejado y es muy fuerte, y me gustaría que las niñas se sintieran identificadas por el papel de la mujer luchadora, por el papel líder, y no solo por sus trenzas o por sus tatuajes, sino porque las mujeres somos fuertes, y podemos con lo que se nos ponga por delante. En la película, los hombres y las mujeres son totalmente iguales y luchan juntos. Guayoth no es más de Hiurma, y Miguan no es más que Temidira, y Temidira no es más que… sino todo lo contrario. Que en este caso sea una mujer la que lidere la Tribu, me parece un acierto importantísimo, y un avance (Sulay Curbelo subraya la importancia de este hecho). Las mujeres no somos objetos, sino todo lo contrario, somos lo suficientemente fuertes para enfrentarnos a lo que se enfrentan estos personajes”.

La importancia de la mujer en el cine de Armando Ravelo es una de sus constantes. En “Ansite” el personaje que protagoniza Ruth Armas desencadena la marcha final de los aborígenes que resisten la conquista castellana, y en “Mah (Madre)” el papel de Laura Perdomo representa ese rostro de luchadora de la mujer frente a las leyes que imponen los hombres. “La mujer es la salvadora de la humanidad, y lo ha sido en el pasado. Pero lo ha hecho en supervivencia, porque el hombre no le ha permitido a la mujer ocupar su lugar. Y ahora que están empezando a haber atisbos de que la mujer se equipara al hombre, ahora que el pájaro de la humanidad tiene las dos alas equilibradas para volar (porque de momento estaba volando solo con una dando bandazos), ha llegado el momento de darle a la mujer el papel que le corresponda. En la Tribu, Temidira lidera, sin orgullo, desde la naturalidad de que es la mejor líder, y todos lo aceptan”.

La mujer, los planos de cielos infinitos, el concepto de generación y herencia… Ravelo ha construido, en poco tiempo, un cine propio, dotado de características que se repiten de manera constante. Sin duda, sorprende la temática aborigen, pero si el director grancanario hubiera nacido en otra tribu del mundo, el pueblo que hubiera retratada hubiera sido otro, también anclado en la historia, en las raíces de nuestra actualidad. El tiempo, la historia, son sus verdaderos protagonistas. ¿Qué significa para ti el concepto de “historia”?

Armando – Para mí la historia es lo mismo que el tronco y las raíces para unas ramas. Tú no entiendes unas ramas si no hay un tronco debajo y unas raíces. Cuando las ramas se olvidan de ese tronco y esas raíces se terminan por podrir, y las ramas se caen. Por eso es tan vital que a los pueblos a los que nos han mutilado esa memoria, esa historia, la reconozcamos y la amemos. Y no quiere decir que ésta sea perfecta ni que sea la mejor, sino que es la nuestra. Ese respeto a nuestros padres, a nuestros abuelos, a nuestros bisabuelos, a nuestros ancestros, a la gente que pisó simplemente esta tierra, nos va a ser mejores personas, mejores como pueblo. Eso va a redundar en nuestra autoestima, en amarnos más a nosotros mismos, y a conocernos mejor, y por lo tanto, a ser mejores ciudadanos del mundo.

Tráiler de «La Tribu de las 7 Islas»