
Me siento ante una de las mesas cableadas que se encuentran en la planta superior de la biblioteca municipal que está frente a los Multicines Monopol. Hay mucha luz y mucha gente; da gusto trabajar rodeado de este ambiente tranquilo. Son las 13:06 horas del lunes 9 de abril de 2018, y mientras hago tiempo para ir a comer me dispongo a escribir algunas palabras sobre la segunda jornada del 18º FICLPGC: estas palabras. El palmarés de la Canarias Cinema ya se ha dado a conocer y, sí, El mar nos mira de lejos se ha hecho un Dead slow ahead en toda regla; vamos, lo esperado…, pero no voy a hablar de este palmarés (por lo menos en este artículo). El sábado el cielo estaba algo más gris; excusa perfecta para no salir de las salas. Así que vi dos largometrajes de la Sección Oficial, Father to son (Hsiao Ya-Chuan) y The green fog (Guy Maddin, Evan Johnson y Galen Johnson); la primera sesión de cortometrajes canarios y Bárbara Nadie, mediometraje del grancanario Ayoze García que se proyectó fuera de concurso.
Lo que más me impactó de aquella jornada fue la hermosa simbiosis que forman los cortometrajes de Dailo Barco y Miguel G. Morales, Archipiélago Fantasma y Ángel caído respectivamente, y los cortes de jump cut que omiten el diálogo de varias escenas empleadas en el found-footage de The green fog. En el caso de los dos cortos canarios aquella sorpresa surgió, no por el descubrimiento, sino por lo evidente que resulta tras sus correspondientes visionados que, en efecto, las consecuencias del franquismo fueron reales en un pasado, pero también en nuestro presente. Pensar que aquellos hechos de nuestra historia quedan a una distancia enorme de nuestro tiempo resulta un engaño horripilante. Por eso, en busca de reivindicar la memoria, de abrir los ojos ante nuestra propia historia, Dailo Barco se desplaza a una historia particular, la de Guetón, Rodríguez, uno de los protagonistas de El ladrón de los guantes blancos (primer largometraje canario rodado en 1926 por Romualdo García de Paredes y José González Rivero) para contar los principios terroríficos del franquismo. Miguel G. Morales, por su parte, también acude a la apropiación de imágenes para articular su cortometraje denuncia, a través del cual deja en evidencia el incumplimiento de la Ley de Memoria Histórica en Santa Cruz de Tenerife, donde aún existe grandes monumentos en pie que dan homenaje al dictador –ese al que Guetón, al parecer, amenazó durante su tiempo en la isla-.
Se da la circunstancia de que las películas de Barco y Morales emplean, por accidente, un sistema similar para afrontar la realidad a través del cual permiten que sean las propias imágenes las que hablen mediante el montaje. Cuando Morales emplea las postales o algunos fragmentos de noticiarios, estos destacan aquellas partes en las que estos objetos audiovisuales enfatizan el vínculo franquista con esos monumentos aún en pie. Por su parte, Barco reconstruye y utiliza las imágenes de aquel largometraje para incorporar la historia de Guetón, convirtiendo la película en un objeto premonitorio del horror franquista y en el testigo de que aquellos vivos, como Guetón, que aparecen inmortalizados sobre el celuloide, quedaron mudos ante el silencio que produjeron asesinatos como el de este. La historia, por suerte, se desnuda a sí misma por medio de la reproducción de sus propias imágenes; sin embargo, el valor de estos dos cortometrajes se encuentra en que ofrecen una forma, un texto cuya lectura ofrece al espectador algo que resulta evidente, pero que no debemos obviar o dejar que discurra hacia el olvido.

13:28 horas. El hambre y el cansancio comienzan a aparecer. Llevo 610 palabras… si continúo esta extensión de texto por cortometraje casi, casi, conseguiré hacer uno de los escuálidos trabajos de fin de grado que exigen las universidades de hoy a sus estudiantes. Mientras escribo esto me doy cuenta de Bárbara Nadie y The Green fog también son películas construidas a partir de material de apropiación. Las cuatro películas más interesantes del sábado para mí han sido las cuatro películas planteadas sin material de rodaje propio… ¿es preocupante? Posiblemente sea mera casualidad, pero reflexionando sobre la película de Guy Maddin, Evan Johnson y Galen Johnson me doy cuenta que lo que se consigue a través de estas propuestas es ofrecer una sobreimportancia al contenido que aparecen en las imágenes empleadas, incluso más a aquellas que se repiten y dialogan entre sí. En esa comunicación de imágenes se encuentra, por accidente, o de manera intencionada una verdad que se origina por medio del contraste –lo que se repite es realidad-. En el caso de The Green fog resulta interesante como una multitud de películas rodadas en San Francisco remiten constantemente a Vértigo y a la construcción de un imaginario colectivo y activo que singulariza a aquella sociedad. El cine, aquel cine que se recupera y reconstruye, ha formado a un Frankenstein particular que es esa sociedad americana concreta.
La película de Ayoze García, Bárbara Nadie, es una pieza de ensayo y error, un primer acercamiento que realiza el cineasta a este tipo de cine de apropiación. Su cometido es reconstruir el montaje de Juan Nadie (Frank Capra, 1941) eliminando la presencia de Bárbara Stanwyck para articular la historia como una especie de búsqueda detectivesca impulsada por su personaje, un periodista que le escribe la carta que ofrece contenido a la voz en off de la película. El problema de la película de García está, como él bien dijo en la presentación del filme, en la abundancia de voz en off, a lo que yo sumaría una narración demasiado plana. No obstante, la película tiene algunos méritos y elementos interesantes como la presencia de un metalingüismo mediante el cual se desmonta el engaño y el artefacto de la apropiación de manera explícita –se alude a que los personajes son interpretados por actores o a que aquella narración forma parte de una película-. En cualquier caso, lo más valioso de Bárbara Nadie es la llamada de atención que emprende Ayoze García reclamando un mayor espacio de atención hacia la actividad periodística y las consecuencias mediáticas y sociales relacionadas con su ejercicio. En plena sociedad de la información es necesario plantear que el escepticismo es la mejor defensa de nuestra libertad y contrastar informaciones la mejor herramienta para alcanzar “la verdad”.
Finalmente, toca hablar de los cinco cortos canarios que completaban esta primera sesión de cortometrajes junto a Archipiélago Fantasma y Ángel Caído. Si bien es cierto que la sorpresa me la generaron estas dos piezas en su diálogo conjunto, la primera parte de esta muestra ofreció películas muy interesantes. El mar inmóvil de Macu Machín es, sin lugar a dudas, una de las películas más importantes e interesantes del panorama canario realizado en los últimos años. No es algo fortuito, quien conozca la obra de Machín se dará cuenta de que la artista grancanaria tiene una especial sensibilidad y modo de trabajo que le permite aproximarse a sus objetos de estudio desde perspectivas que trascienden su curiosidad personal para descubrir la esencia de las cosas, aquellas que los sofistas buscaban en los tiempos clásicos. José, uno de los espectadores protagonistas de cada edición de este festival, ofreció una lectura muy interesante sobre el cine de Machín; decía él que la grancanaria quiere atrapar la luz, y no se equivoca. La particularidad del ojo de Machín la sitúan a la altura de Víctor Erice cuando en El sol del membrillo (1992) intenta capturar el brillo del sol sobre las hojas del membrillero del artista Antonio López. Machín busca atrapar en la imagen elementos invisibles pero sensibles como la luz, el aire, el viento y el tiempo; en El mar inmóvil además lo articula con una maravillosa interpretación del texto del escritor vanguardista Agustín Espinosa Lancelot 28º-7º. La delicadeza de su fotografía, el tempo perfecto y esa capacidad de generar una narración compleja a través de la sencillez y minimalismo de sus imágenes convierten a su cine, y también a El mar inmóvil, en un verdadero tesoro del arte hecho en Canarias.

No quiero dejar de escribir sobre el resto de películas. Posiblemente tendré que extenderme más en otro artículo. Sin embargo, es justo señalar muy brevemente el valor formal y estético que le ofrece la apuesta de la imagen en blanco y negro a Diques, cortometraje de Sara Álvarez desarrollado en el marco de El Festivalito de La Palma y que habla de las fronteras humanas y de sus necesarias rupturas de manera sencilla y directa. Por su parte, Soju de Rafael Navarro es una película de gran madurez y muestra de un conocimiento notable de un cierto tipo de cine en el que la imagen queda comprimida a la fuerza emocional y viva de sus personajes; la palabra, el diálogo –que en la película se articula por medio de un idioma inventado- ofrecen un texto que sirve para leer la naturaleza emotiva del ser humano. Dua2litet es la primera pieza realizada por Rafael Marrero Acosta, una coproducción Canarias-Suecia, en la que existe una alta capacidad lingüística para generar imágenes repletas de simbologías que adentran al espectador a un universo de difícil lectura, es una película de la que probablemente se rescatan muchos elementos en un segundo encuentro. Finalmente, 20 años sí es mucho de Dani Mendoza recoge un reencuentro con su juventud en Uruguay a donde regresa momentaneamente para reencontrarse con su antiguo grupo de música; la película se convierte en un acercamiento tímido hacia el encuentro con el pasado sin adentrarse en la intimidad del personaje.
Así, en general, transcurrió la segunda jornada del sábado en la que el público fue otro gran protagonista, llenando las salas en algunas sesiones y mostrando los primeros síntomas de hartazgo que producen los minutos de publicidad que precede cada sesión de proyección –de eso ya hablaremos con mayor detenimiento-. La biblioteca sigue repleta de gente; no tanto como antes, pero llena. Son las 14:38 horas… ¿no tienen hambre? Archivo > Guardar como: C:\Users\user\Documents\Trabajo\Alisios\Artículos… Ahora abro el explorador, la página web y subo el artículo. ¿Estarán abiertos aún los restaurantes? Hasta mañana.
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En 2011 creó la web sobre cine Esencia Cine (que ya extinguió sus servicios). Acompaña su actividad docente como profesor de Lengua Castellana y Literatura con el periodismo cinematográfico y la investigación sobre distintas cuestiones relacionadas con el audiovisual canario. Desde 2017 dirige Alisios. Revista del audiovisual canario.